Mr. Kristen

El Sr Kristen es un modelo a seguir. Posee una empresa de multimillonaria con más de 60 empleados en pleno centro de la ciudad que se dedica a la compostura y alimentación de gatos de porcelana que nunca faltan en ninguna mansión y que el personal de limpieza rompe torpemente cada diez o quince días. Kristen, este finlandés nacido en Dinamarca, es un erudito en el tema. Había empezado colgando cuadros de ancestros que ni el dueño de la casa había conocido y cambiaba las lamparitas de la arañas mas grandes que se pueden observar en las revistas de peluquería.




Kristen había visto el negocio de chico y lo llevó a cabo luego de trabajar en una zapatería de cristal donde refaccionaban y moldeaban los zapatos para Cenicienta. El dueño de la zapatería recuerda que el joven Kristen siempre se preguntaba “¿Cómo puedo hacer mucho dinero?” pero este impaciente muchacho un día dijo basta y llamó a su padre para que le mandara unos cien millones a su cuenta. “Y así empezó todo” afirma Kristen en su sillón de leopardo vivo que un buen día se calentó y le mordió una pierna dejándolo cojo para el resto de su vida.




Es incalculable su fortuna, salvo por su contador y la revista “Noticias”. Sus propiedades repartidas por todo Santiago del Estero suman algo así como tres. Tres casas. Y así sigue la cuenta…




En la empresa el Sr. Kristen dice pasarla muy bien. Se divierte mucho con sus empleados y ellos le atribuyen el buen humor con insultos y señas desagradables. Un día pasó por la oficina del gerente regional y le avisó que ese mes le subiría el sueldo y así fue que se lo dejó en el piso de arriba. El Gerente, que hoy cumple una condena de tres años por intento de homicidio calificado con un ocho, le hizo un soplido de nuca que el empresario y magnate nunca olvidaría.

Otro día de jolgorio el Sr. Kristen echó un empleado y lo contrató a los veinte minutos. Lo que había ocurrido es que se trataba del portero de la empresa y este era el único poseedor de las llaves. Así que una vez contratado nuevamente y abierta la empresa lo echó por segunda vez pero lo tuvo que volver a contratar porque le había dado las llaves del auto para que se lo lavara. “¡Una cosa de locos!”- dice Kristen mientras suelta una carcajada que lo tira hacia atrás y le descoloca la cervical dejándolo con el cuello torcido durante todo el día.




Se han escritos infinidades de cosas de la vida de este magnate, del empresario del año, dicho por la revista “Casas y Jardines”. Hasta a aparecido en tantísimas fotos con el presidente de la nación con quien comparte un gusto por los deportes exorbitante donde aparecen vestidos de frascos de garbanzos corriendo carreras de embolsados en el campeonato mundial de esta especialidad.




Su mujer es una típica ama de casa. Ama tanto esa casa que contrató diecisiete empleadas para su mantención y aseo. No he visto en mi vida una mujer tan dedicada y compañera como Rita Sambodrio, hija de un famoso estafador de Los Ángeles y gran inversor en la bolsa en los años `30. Rita, como la llaman sus más íntimos, preside una fundación de refugiados en combate, donde miles de chicos llegan cada día para ver a Rita, pero nadie la vió hasta el momento. “Algún día iré…” promete la presidente mientras acaricia un gato de verdad.




Sus Hijos Rómulo y Remo son dos idiotas calificados. Son eximios estudiantes de arquitectura. Rómulo ya diseño los planos de un edificio que constaría de 114 pisos, y su hermano diseño otro que le restaría unos 100. El primo Ricardo dibujó un tercer que suman 25 pisos y el magnate Kristen que no sabe sumar los echó a puntinazos de la casa una tarde de frío invierno. Los hermanos juraron venganza. Pero su juramento vale menos que un bono nacional.




Por estos días se lo puede ver a Kristen navegando su trasatlántico por el río Paraná molestando a todos los lugareños de la zona. Abocado a la pesca suele llevar grandes arpones para matar a los viejos pescadores mientras se divierte con sus amigotes, unos más tonto que otro.

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