Confesiones vía mail

Estimado Gerente General:

Le ruego que me cuente como le ha ido en el transcurso del día con las entrevista con los diferentes aspirantes al puesto de asesor financiero de la empresa. Le pido, por medio de este mail ya que mi asma me ha alejado durante una semana de mi grato trabajo, que me haga un breve relato de cada uno de los postulantes dado que, como Uds sabe, me es enteramente ameno hacer estas audiencias en persona. Este año las cosas no han salido bien. Sabe uds que Cristina, mi secretaria, me ha acusado falsamente de acoso sexual. Eso ha repercutido en mi casa en forma esplendorosa. Mis hijos no me hablan y mi señora no quiere estar a menos de un metro de distancia mío. En la empresa, como Uds sabe, he perdido todo el respeto que me merezco tras mis diez años en la presidencia de la firma. El personal se burla a mis espaldas y hasta Jorge, el gerente regional y gran amigo, me hace la corneta catalana cuando miro hacia otro lado. Si me apuro en dar vuelta la cabeza lo sorprendo a él y a 35 empleados haciendo gestos obscenos. La otra tarde encontré a Maria, la muchacha de limpieza del tercer piso, escribiendo en la pared del baño leyendas como: “Mr. Kristen pelado puto” o “Presidente, presidente, usted es un ente”. Nunca entendí lo de ente. Para mí la filosofía fue una tortura durante los años en la universidad. No quiero decir con esto que me aburría ni que era un desinteresado en tan importante materia simplemente que nunca supe lo que quiso decir Sócrates con “solo sé que nada sé”. De ahí en más me perdí. Imagínese lo que fue entonces para mí la “Alegoría de la caverna” de Platón. Cuando la leí mi psiquiatra me recetó amplax por kilo. Creo que ahí surge mi asma. O cuando mi mamá me dejó una carta en la cama una mañana informándome que se mandaba a mudar a la Atlántida. Luego de años de estudio me di cuenta que ni Jaques Cousteau pudo encontrarla.

No quiero, estimado Gerente, robarle más de su valioso tiempo. Si puede por favor aceptar mi pedido hágalo a la brevedad.

Muchas Gracias

Kristen Kristensen, Presidente




Estimado Presidente:

Disculpe la demora de mi respuesta. Desde su apresurada partida el último miércoles nos hemos abocado a todas sus exigencias, y por supuesto, razonables por así decirlo. Durante estos días me he dedicado a entrevistar, como usted bien dijo, a un asesor para ocupar el puesto que el Licenciado Mauro Mipone ha dejado vacante por razones confusas y misteriosas hasta este momento. Le confieso que he tenido mucha suerte y en la primera audiencia he encontrado a la persona indicada para el puesto. Es Licenciado con Master en la Universidad de Empresas Empresariales para Empresarios. La única dificultad es que no puede pronunciar la palabra “Empresa”. Me comentó que es algo Psíquico y que lo está trabajando con la Licenciada Del Bocho, una erudita en el tema. Mi frialdad para este tipo de entrevistas me obligó a presionarlo para que exprese sin tapujo “Empresa” pero lo único que le sale es “Puto”. Fue tan grande mi sorpresa que reaccioné muy mal y le puse un cortito sacándole el maxilar de lugar. Luego de un rato de pegarle pudo pronunciar la tan ansiada palabra y quedamos en vernos la semana próxima.

Con respecto a su pequeño problema en la empresa, entiendo que no ha sido a Cristina a quien usted, disculpe esta intromisión, a acosado en forma sexual si no a Marty, el cadete. No quisiera, porque no es mi labor, calificar este tipo de actuaciones. No quiero porque no debo formarme un prejuicio en torno suyo. Sobre gustos, estimado Presidente, nada se ha escrito. A cristina se la despidió por practicar la felatio en el baño del quinto piso. Parece que lo hacía por unos pocos dólares.

No se preocupe por Sócrates por algo lo obligaron a tomar cicuta.

Ruego que sepa disculpar mi intromisión pero lo considero muy cercano a pesar de la jerarquía empresarial que nos separa.

Sin más.

Antión Citarilla, Gerente General





Estimado Gerente General:

Veo que la empresa se ha tornado un vulgar cabaret repleto de chismosas. Entiendo que no están al tanto de la realidad. Al cadete Marty lo he visto una o dos veces en toda mi vida. Imagínese que un hombre con mi jerarquía no acostumbra a dialogar ni a tener algún otro tipo de contacto con tan bajo puesto. Créame, estimado Gerente General, que según me ha confesado en una reunión en la islas canarias mi colega y gran amigo Sergio Barandún, presidente de la firma en Europa, que Mauro Mipone ha sido quien ha acosado sexualmente a Marty. Por eso su tan misteriosa y abrupta desaparición de la empresa. Además, no creo que usted haya creído esas falsas acusaciones contra mi persona. Ahora entiendo el por qué de muchas burlas y chacotas bajo mis narices. Y yo sin darme cuenta he dejado que este prosaico chismerío baje mis defensas para reducirme a la cama durante esta larga semana. La semana que viene me haré presente para poner orden y rodarán varias cabezas.

Con respecto al nuevo empleado que, por otra parte, ya le ha dado el puesto de trabajo, no creo que sea eficiente para la empresa. Un empleado debe poder pronunciar todas las palabras que hacen al vocabulario español. Pero estoy muy conforme de cómo manejó la situación.

Atte

Kristen Kristensen, Presidente



Estimado Presidente:

Aunque solo nos hemos comunicado vía mail se lo nota con más fuerza para poder retornar con sus labores. Espero que las cosas en su casa se hayan calmado un poco al menos.

Son gratas sus palabras para conmigo y mi actuación en la entrevista. Usted sabe que la mano dura corrige y enseña en estos casos. Ahora nuestro aspirante puede pronunciar la palabra “empresa”. 

Retomando el tema de la acusaciones, no creo que quien falte a la verdad sea yo. Le comento lo siguiente Sr. Presidente. Me he tomado el atrevimiento de investigar un poco el caso. Lo que descubrí fue una carta manuscrita por usted que prosigo a transcribir. “Marty, cuando te veo en tu moto Zanella siento que sos mi caballero azul y yo tu doncella esperando en la torre a ser rescatada de este trabajo prisionero que me encadena hace ya 10 penosos años. Tu blonda caballera al viento se funde con el color del sol y la acera tiene la huella de un hombre arraigado a su corcel. Tómame , llévame en tus brazos. Soy toda tuya”

No quiero pecar de anti romántico pero me parece un poco cursi. No le parece que mejor habría funcionado una simple “Me gustas, Pendex” o “Soy puto ¿y vos?”. Estas cartas quedaron en el tiempo.

Atte

Antión Citariilla, Gerente general



Estimado Gerente General:

Sus palabras llaman mi atención de forma intensa. No concibo la forma que tiene para conmigo luego de tantos años de trabajar codo a codo. ¿Cómo puede ser que me acuse usted de semejante conducta inmoral? ¿Cómo puede pensar que yo sería capaz de escribir semejante prosa? Veo, y sepa disculpar, que se está contagiando de todo el personal funesto que la empresa posee. No quiero alarmarme con sus palabras, pero me siento un poco traicionado al respecto. Espero que su conducta sea tal cual la conocí hace tiempo; inmutable y madura.

Espero sinceras disculpas de su parte

Atte.

Ksiten Kristensen, Presidente



Estimado presidente:

Percibo un pequeño malestar en su tono. Espero que no se sienta realmente ofendido. Pero, en lo que a mí respecta, lo respeto y le tengo mucho cariño tal cual es usted. No soy yo, y le repito como en el mail anterior, quien tenga que juzgar a la persona con quien he compartido tantos años.

La carta es real. Usted la escribió. Es su letra. Esto se lo puedo afirmar ya que hace unos meses usted mismo, señor Presidente, me ha enviado una carta que dice “lo amo, le quiero, y me calienta su nuevo traje azul combinado con los zapatos marrones calzado 45”. Lo entiendo. Soy muy apuesto pero nunca ha salido ninguna acusación de mi parte hacia su persona. No haría nada que lo lastimara, sinceramente. Siento un gran respeto hacia su persona.




Estimado Gerentito de cuarta:

Hasta este momento me he comportado con toda cordura y de forma protocolar pero el tono de sus mensajes me lleva a sentirme acusado por usted. No sé de dónde ha sacado esa carta manuscrita que ha transcripto que, según sus palabras, son de mi puño y letra. No se olvide que fui yo quien le ha enseñado el valeroso trabajo que hoy en día posee y da de comer a sus hijos. No puede comprobar de ninguna manera que esa ridícula carta sea mía. No soy gay, ni puto, ni nada por el estilo. Mis gustos por las mujeres sobrepasan su hombría. Me gustan tanto que he acosado a Cristina para que me practique una felatio bajo el escritorio mientras ponía la firma de los pagos de sueldo y comisiones. Y usted bien sabe de eso ya que me ha visto con el miembro erecto formando una carpa india en mis pantalones. Usted sabe, y no se lo repito más, que mi desmedida calentura hacia mi secretaria fue aumentando a medida que su falda se acortaba con el correr de los años. No quiero que usted ni esos empleaduchos del cuarto piso crean algo tan falso como la apócrifa carta que usted dice poseer.

Sinceramente

Kristen Kritensen, Presidente




Estimado ex presidente:

Gracias por su confesión.


Antión Citarilla, nuevo Presidente

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